Pero nuevamente vuelve a acelerar por su camino-destino y es tentado por la fiel velocidad, que tanto éxtasis le había dado. La que le permite pasar y pasar, rodear, quemar, avasallar y en fin engañar/se... mientras tanto el viento calma, las nubes se dilatan, crecen las montañas y el verde crece. Paralelamente él sigue acelerando por un camino recto, cree ver su objetivo en la mira (al final del camino), sigue mintiendo/se y lo sabe, pero sigo acelerando.
A medida que transita el camino, algunos baches se van formando, su miopía crece y decrece, pero el sigue porque el acelerador no ha llegado a fondo. Siente que el destino está de su mano, pero el destino transita por el otro carril y viene de frente, para la colisión...
El momento se acerca, segundos antes de la gran explosión logran verse a los ojos y pueden ver que ya es demasiado tarde para cambiar, para tomar otro camino y así, el humano desorientado acaba con su existencia, con su desidia, con su desdicha y en fin, con sus esperanzas de cielos y de infiernos.

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